“Me siento engañada, utilizada, humillada y hasta sucia”, expresó la joven, quien también afirmó tener pruebas gráficas, como mensajes y fotos, que respaldarían su historia.
En una entrevista posterior en televisión, Playà acusó a Sanz de ser un “manipulador emocional” y sugirió que el cantante propuso experiencias que ella consideró inaceptables, aunque aclaró que no lo acusaba de un delito, sino de conductas moralmente reprobables.
Alejandro Sanz, por su parte, rompió el silencio el 17 de junio a través de un comunicado en Instagram, donde reconoció haber tenido una relación consensuada con Playà, describiéndola como “un vínculo entre adultos, compartiendo cariño, siendo libres”.
El cantante negó cualquier comportamiento abusivo y señaló que las acusaciones surgieron después de que, en mayo de 2025, rechazó invertir casi un millón de euros en proyectos comerciales propuestos por Playà, incluyendo dos aportaciones de 300,000 euros para empresas y 350,000 euros para una vivienda. Sanz insinuó que las declaraciones podrían estar motivadas por un intento de chantaje tras su negativa.
El equipo legal de Sanz confirmó que la demanda, presentada el 23 de junio, busca proteger la reputación del artista y evitar la difusión de material privado que Playà habría amenazado con publicar.
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