La tradición remarca más el Día de la Madre que el de los Padres. La razón es obvia, pues la mujer alberga por 9 meses al hijo o hija, se alimenta del proceso que ella hace, lo protege con la placenta, le habla, vive con él, o sea, hay un involucramiento más allá de lo que podemos entender.
Pero el padre hace su parte, aunque no sea tan sentimental hay que recordar que él tiene sentimientos. Su papel de proveedor oculta la parte noble, la parte sensible, esa que no siempre se ve.
El Día del Padre ha sido promovido más por la parte económica que por cualquier otro motivo… muchos hijos expresarán su “cariño” con unos calcetines, una billetera, un par de calzoncillos, un simple correo electrónico o un mensaje de texto. Pero papá merece más que eso, merece un abrazo, un “te quiero” nacido del corazón, porque papá estará siempre para los hijos aunque ellos sean adultos.
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