Elon Musk ha capturado la atención del mundo con su visión de llevar al hombre a Marte y colonizar el planeta rojo. Sin embargo, la paradoja es evidente; por cada inversión que Musk realiza en la exploración espacial, hay un número creciente de personas en la tierra que son despojadas de asistencia básica y ayuda esencial.

Los recientes recortes de fondos a programas de asistencia alimentaria y social, que han sido respaldados por la influencia de Musk y otros billonarios, han dejado a millones en la precariedad. Elon Musk empezó por conquistar la Casa Blanca e influir (algunos dicen doblegar) a Donald Trump para sus fines económicos.

En un contexto donde 1 de cada 10 personas en el mundo padece hambre, su retórica sobre colonizar marte suena a un capricho de un hombre que ha perdido el contacto con la realidad. Musk con una fortuna que asciende a más de 400 mil millones de dólares, ha hecho de su ambición un espectáculo, ignorando el sufrimiento humano que se encuentra en su propia puerta.

En lugar de usar su influencia para promover el bienestar colectivo, se ha centrado en realizar promesas espaciales que nutren su propio ego. Una investigación de Stanford indica que las inversiones en tecnología y exploración espacial han disminuido recursos destinados a la lucha contra el hambre, la pobreza y ayudas a países que realmente las necesitan. El hombre más rico del mundo está atacando a los más pobres de la tierra y creo que nuestra complicidad exige una gran reflexión acerca nuestros valores morales, éticos y políticos.

En Estados Unidos les hemos dado un trato inhumano a los inmigrantes quienes cultivan nuestros alimentos, limpian nuestras casas, recogen nuestra basura y hacen todas las tareas que no queremos hacer. Hemos descalificado a la comunidad LGBTIQ+, maltratado a nuestros vecinos, amenazado a países débiles y hemos hecho tratos con dictadores. ¿Que seguirá?

A los nazis les tomó menos de dos meses desmantelar una república constitucional. Se está intentado normalizar el rechazo hacia las personas por su condición social o nacionalidad y eso es muy grave. La tiranía necesita de nuestro miedo, de mi silencio y sumisión. Lo que la democracia necesita es nuestra valentía, la que debemos estar dispuestos a dar por defender la esencia de la humanidad. No está en juego un partido político o un gobierno, lo que está en discusión es el futuro de la humanidad. La pregunta que surge ante todo esto es, si los republicanos odian tanto a los criminales (como nos llaman a los inmigrantes), ¿Por qué metieron uno a la Casa Blanca?