El poder político en Irán solía ser simple. Llámalo dictador, líder supremo, imán o la sombra de Dios en la tierra, el ayatolá Alí Khamenei era el gobernante absoluto. Comandantes militares, presidentes y clérigos eran sus subordinados. Hizo todos los nombramientos importantes y manipuló la elección de los candidatos presidenciales.
Pero desde la guerra de 12 días de Irán con Israel, las cosas se han complicado. El líder de 86 años aparece en público rara vez. Sus sermones, antes largos, son breves. La cuestión de la sucesión se cierne más fuerte que nunca, con actores dentro y fuera del régimen compitiendo por posiciones, muchos de ellos abogando abiertamente por alternativas a 46 años de teocracia. La opacidad en torno al destino del programa nuclear iraní tras los ataques de Israel y Estados Unidos se refleja en todo el sistema político. Los iraníes quieren saber si sus líderes aceptarán las condiciones de Donald Trump para un acuerdo. Pero ya no están seguros de quién está al mando.
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