Tras su primera llamada postelectoral con Vladimir Putin en febrero, Donald Trump se deshizo en elogios sobre los “grandes beneficios” de un acercamiento con Rusia y parecía entusiasmarse con la perspectiva de visitar el Kremlin. El 14 de julio, perdió la paciencia al anunciar que Estados Unidos reanudaría el suministro de misiles de defensa aérea Patriot y otras armas, y amenazó con imponer aranceles secundarios del 100% a los países que comerciaban con Rusia si no se llegaba a un acuerdo de paz en 50 días. “Estamos muy descontentos con Rusia”, declaró Trump.
El anuncio se produjo durante una visita a Washington de Mark Rutte, secretario general de la OTAN. El presidente estadounidense elogió a los países europeos por aumentar su gasto en defensa. Pero, como siempre, hubo un giro trumpiano. Las armas para Ucrania serían adquiridas por aliados europeos, en lugar de ser donadas por EEUU o ser compradas a fabricantes con dinero estadounidense, como en el pasado. Miles de millones de dólares en fondos autorizados por el Congreso durante el mandato de su predecesor, Joe Biden, siguen sin utilizarse, pero parece poco probable que Trump los utilice. “No fue mi guerra, fue la guerra de Biden”.
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